“Habrá guerra para rato”: comandante del frente 33 de las disidencias de las FARC dice que no firmará la paz con Petro

Andrey Avendaño, comandante del frente 33 de las disidencias de las FARC, aseguró en una entrevista para Revista Semana con la periodista Salud Hernández-Mora que no tiene intención de firmar la paz con el gobierno del presidente Gustavo Petro y que la confrontación armada en el Catatumbo continuará por tiempo indefinido.

En la conversación, Avendaño dijo que, aunque “tenemos un proceso con el Gobierno”, no confían en que el Estado pueda protegerlos frente a la violencia del ELN: “El Gobierno no nos va a proteger de que el ELN nos mate”, afirmó. Según el comandante, la ofensiva del ELN contra las estructuras de las disidencias, que se intensificó en enero de este año, fue “un ataque brutal” y “a traición”, y obligó a su tropa a replegarse en medio de combates que han generado muertes, rendiciones y entregas.

Avendaño narró escenas de campamento donde, dijo, milicianos y combatientes fueron atacados incluso cuando estaban con sus familias, y denunció violaciones a los códigos del conflicto: “Acribillaron a esa gente desarmada”, indicó sobre episodios en los que, según él, el ELN ejecutó a combatientes y allegados. Reconoció asimismo que la confrontación produjo fracturas internas: “No estábamos formados para eso… los que estaban en armas empezaron a guardarlas, otros a entregarse al Ejército y otros, al ELN”.

El comandante describió al ELN como la fuerza que hoy domina buena parte del Catatumbo —“el 80 por ciento, si no es el 90”— y recordó su presunto amparo en territorio venezolano: “Cada vez que hay un operativo del Ejército colombiano contra el ELN, cruzan la frontera y se resguardan”. Señaló además que la relación del ELN con el chavismo y su supuesta capacidad de proyectarse como “primera línea de choque” ante un eventual despliegue externo son, en su opinión, más propaganda que realidad: “Si tuvieran ese poderío militar, nos hubiesen acabado”, sostuvo.

Preguntado por la debilidad de la tropa frente a la arremetida, Avendaño admitió errores de preparación y disciplina entre algunos de sus hombres, pero defendió la solidez de la comandancia que permanece en el proceso de diálogo bajo el mando de mandos como Calarcá, John y Richard. A la vez criticó a las cúpulas del ELN que, dijo, “no tienen a los hijos de ellos en la confrontación” y que mantienen una actitud beligerante pese a los costos humanos.

Sobre la economía ilícita, Avendaño reconoció la dependencia del narcotráfico en la región y describió un impacto del despliegue estadounidense en el Caribe que, según él, ha afectado rutas y compradores: “Uno lo percibe en la situación compleja que hoy enfrentan las comunidades del Catatumbo. No hay economía porque no le compran al campesino”, afirmó, aunque añadió que el negocio no ha desaparecido y que el ELN sigue manteniendo ingresos por la coca.

El comandante defendió la permanencia territorial de su grupo: “¿Y para dónde nos iríamos? … Tenemos voluntad de paz, no estamos en la guerra porque nos guste”, pero advirtió que mientras el ELN “no desista de ese macabro plan de manipular a la gente del Catatumbo” será “imposible que haya paz”. Sobre la posibilidad de que la confrontación se prolongue más allá de 2026, Avendaño fue lapidario: “Guerra para rato. No sabemos cuántos muertos más.”

En la entrevista también se tocaron aspectos prácticos del conflicto: tácticas del ELN que dificultan la actuación del Ejército regular, presuntas detenciones masivas y el efecto de la violencia sobre el reclutamiento. Avendaño negó cifras infladas de bajas y dijo que, pese a las pérdidas sufridas por su frente, el conflicto no favorece ni a los campesinos ni a la población civil: “No pierden los ricos, no pierden los Gobiernos, pierden los campesinos del Catatumbo.”

El testimonio de Avendaño confirma el panorama de militarización y fragmentación que vive el Catatumbo: un mosaico de intereses —económicos, políticos y de control territorial— que, por ahora, parece cerrar a cal y canto las esperanzas de un acuerdo local de paz entre las partes enfrentadas.