En un discurso contundente ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se posicionó con claridad en los temas más sensibles de la agenda internacional. Desde su firme rechazo al reconocimiento del Estado palestino hasta su crítica a la dependencia energética europea de Rusia y su visión frontal sobre el cambio climático, Trump volvió a demostrar por qué es una figura central en la política global.
En referencia al conflicto en Medio Oriente, Trump calificó de “inadmisible” que algunas potencias europeas, como Francia, estén impulsando el reconocimiento del Estado palestino. “Reconocer al Estado palestino es un premio para los terroristas de Hamás”, afirmó sin rodeos, dejando clara su defensa total a Israel y su rechazo absoluto a cualquier legitimación de grupos extremistas. El presidente anunció además que presentará un plan de acción para la paz y la reconstrucción posguerra en Gaza ante un grupo de líderes árabes, entre ellos representantes de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Egipto y Turquía.
Con la misma claridad, Trump arremetió contra los países europeos miembros de la OTAN que, pese a condenar públicamente la invasión rusa a Ucrania, continúan comprando petróleo y gas ruso. “Están financiando la guerra contra ustedes mismos. ¿Quién carajo ha oído hablar de eso?”, dijo con tono crítico. Mencionó específicamente a Hungría, Eslovaquia, Francia, Bélgica y España como los principales responsables de mantener viva la maquinaria energética del Kremlin. A pesar de las sanciones y el discurso de unidad occidental, muchos de estos países siguen importando energía rusa, amparándose en contratos preexistentes. Trump dejó claro que, de no cesar estas compras, cualquier intento de sanción efectiva contra Moscú perderá fuerza. “Nosotros tenemos un océano de por medio; ustedes están justo ahí. Europa tiene que intensificar sus esfuerzos”, advirtió.
Pero quizás el momento más polémico —y al mismo tiempo más representativo de su estilo— llegó cuando se refirió al cambio climático, al que definió como “la mayor estafa jamás perpetrada contra el mundo”. Trump criticó las predicciones fallidas de las Naciones Unidas, denunció el impacto negativo de las políticas verdes sobre la industria occidental y acusó a países contaminantes como China e India de beneficiarse económicamente mientras rompen todas las reglas. Incluso fue más allá al responsabilizar a varios países asiáticos de arrojar basura al océano, la cual, según dijo, termina llegando a las costas de Estados Unidos. “Y luego alguien se mete en problemas porque se te cae un cigarrillo en la playa. Es una locura”, ironizó.