Columnista: Julián Ceballos
Colombia avanza, de forma anticipada, hacia las elecciones presidenciales de 2026 en un panorama complejo que exige liderazgos sólidos y visibles. Hablar de candidatos presidenciales hoy en día puede parecer “botar pólvora en gallinazos”; sin embargo, es fundamental reflexionar sobre el liderazgo para nuestra nación.
La falta de un líderes representativos ha impedido que se identifique a una figura que articule las necesidades de los colombianos. No obstante, tras elecciones cruciales en Venezuela y Estados Unidos, y las que nos corresponden en 2026, es el momento de identificar los liderazgos emergentes que puedan transformar el panorama nacional.
Hagamos un primer acercamiento, basados en la tendencia que nos trae la opinión pública. Posiblemente a mis amigos lectores no les guste ninguno de los candidatos mencionados, tendrán algunos sugeridos que aportarán al debate en comentarios de este artículo y con toda seguridad enriqueceremos la mirada hacia el futuro habitante de la Casa de Nariño. Los invito a seguir leyendo.
En el escenario político emergen 10 figuras principales que representan la pluralidad ideológica del país, de acuerdo con la última encuesta del Centro Nacional de Consultoría para la revista Semana:
Sergio Fajardo (Coalición Centro Esperanza): Exgobernador de Antioquia y exalcalde de Medellín. Lidera la intención de voto con un 13,4% gracias a su enfoque en educación, transparencia y una gestión moderada que busca unir al país.
Vicky Dávila (Independiente): Periodista reconocida que, con un 11,4%, se posiciona como la sorpresa en la contienda. Su discurso directo y crítico conecta con sectores inconformes.
Juan Manuel Galán (Nuevo Liberalismo): Figura con experiencia parlamentaria, alcanza un 10% y apuesta por renovar el legado de su familia en derechos y reformas sociales.
Claudia López (Alianza Verde): Exalcaldesa de Bogotá, destacada por su enfoque en sostenibilidad y derechos sociales, con un 9,7% en la encuesta.
Germán Vargas Lleras (Cambio Radical): Experimentado político y exvicepresidente, obtiene un 8% y apoya una agenda de infraestructura y desarrollo.
María José Pizarro (Pacto Histórico): Representante del petrismo, defensora de la paz y los derechos humanos, con un 6,8% de intención de voto.
Gustavo Bolívar (Pacto Histórico): Escritor y político comprometido con el cambio social, figura con un 6,5%.
María Fernanda Cabal (Centro Democrático): Reconocida por sus posiciones firmes en seguridad y legalidad, cuenta con un 5,8%.
Daniel Quintero (Independiente): Exalcalde de Medellín, figura polémica que obtiene un 5%, promoviendo una visión transformadora.
David Luna (Cambio Radical): Centrista, con enfoque en desarrollo tecnológico y regional, quien se mantiene como una figura de crecimiento potencial.
Además, un 2,4% dice que votaría en blanco, mientras el 9,4% manifiesta que no votaría por ninguno, lo que resalta la necesidad de propuestas más convincentes.
Colombia requiere una gran escuela de liderazgo y democracia liderada bajo la estructura de conciencia colectiva; que abogue por las necesidades de conectividad, competitividad y desarrollo social. Esto implica educar a los ciudadanos para que identifiquen y apoyen liderazgos que representen los valores y necesidades del país, sorteando las dinámicas políticas tradicionales, basadas en poderes de casas centralizadas que han jugado con intereses económicos y políticos, lo que ha causado daño al tejido social de nuestra nación Y hoy en día una fractura crítica en la institucionalidad.
De ahí que nos centremos en construir liderazgos, involucrando a los ciudadanos en un proceso que permita elegir de manera informada, optando por democracia, como pilar de la libertad, que debe ser custodiada desde los hogares y comunidades, promoviendo una participación consciente y activa.
Cada candidato ofrece un enfoque distinto. Sergio Fajardo lidera con una visión centrada en la educación y el consenso, mientras que Dávila emerge como un fenómeno mediático que canaliza el descontento social. Galán y López aportan experiencia en gestión pública y propuestas progresistas. Por otro lado, figuras como Cabal y Vargas Lleras representan corrientes tradicionales que apuestan por seguridad y desarrollo económico.
Colombia necesita un presidente con capacidad de fortalecer relaciones comerciales deterioradas y liderar una recomposición económica. Desde 2020, las exportaciones no tradicionales han disminuido un 5%, mientras que la inversión extranjera directa cayó más del 8% en sectores clave. Además, la inflación promedio anual se mantiene en un 9,4%, afectando la calidad de vida de los colombianos.
Para revertir esta tendencia, el próximo presidente deberá priorizar alianzas estratégicas en la región y recuperar la confianza de socios globales como Estados Unidos y la Unión Europea. El liderazgo visible, como el de Álvaro Uribe en la década de 2000, consolidó la seguridad democrática y atrajo inversión extranjera; la etapa del presidente Juan Manuel Santos sumergió a Colombia en la búsqueda de la anhelada paz que hoy muestra resultados tangibles, a evaluar bajo la luz de cada lector y el periodo del presidente Iván Duque, a pesar de la emergencia sanitaria por el Covid-19 y el estallido social, estuvo enfocado en la bonanza de la economía naranja como una herramienta de transformación para el desarrollo económico de nuestro país, abogando a las oportunidades que la región planteaba. Hoy, el desafío es lograr un impacto similar, pero con un enfoque integrador que resalte el potencial económico, social y ambiental del país.
Las elecciones de 2026 marcarán un hito en la historia político administrativa de Colombia. Los ciudadanos no sólo votarán por un nombre, sino por una visión de país que conecte los retos internos con las demandas globales. Es momento de visualizar y conocer a los líderes que buscan transformar a Colombia. Este ejercicio, iniciado con más de un año y medio de anticipación, nos permitirá construir liderazgos que fortalezcan nuestra democracia y aseguren un futuro próspero y equitativo para todos.