Pocas veces una torta tiene tanto significado. El alcalde Alejandro Eder y la gestora social Taliana Vargas llegaron al corazón del barrio Obrero con un pastel en las manos y una canción en los labios: era el cumpleaños número 61 de La Matraca, ese rincón donde Cali sigue bailando como si el tiempo no pasara.
Entre tangos, boleros y salsa de vieja guardia, La Matraca celebró seis décadas largas de música, tertulia y memoria. “Este lugar es un manantial de cultura salsera, un patrimonio vivo de Cali”, dijo Eder, quien aprovechó la ocasión para destacar el plan de recuperación del barrio Obrero dentro de la estrategia Invertir para Crecer, que busca cuidar la historia sin borrar sus raíces.
Todo empezó en una pequeña tienda cuando Clímaco Parra y su madre, Aura Tulia, decidieron compartir su pasión por la música. El tocadiscos, que sonaba con su particular “matraca”, le dio nombre al lugar que hoy dirigen Jaime Parra Restrepo y Leyda Santa, guardianes de este templo sonoro que se ha convertido en parada obligada de melómanos, turistas y nostálgicos.
“Queremos que esto siga siendo un espacio para todos —dice don Jaime—, incluso soñamos con abrir un café para que los visitantes tomen un tinto, escuchen buena música y se lleven un pedacito de Cali en el corazón”. Y doña Leyda añade con orgullo: “Cuando se habla del Obrero, se habla de La Matraca. Aquí seguimos sonando, y ojalá por muchos años más”.