Nigeria vuelve a ser el epicentro de la preocupación mundial tras la reciente advertencia del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien pidió al Pentágono planificar una posible acción militar para frenar lo que calificó como una “masacre sistemática de cristianos” en el país africano.
El domingo, millones de nigerianos despertaron con la noticia de la orden de Trump, quien advirtió que, si el gobierno de Abuja continúa permitiendo los asesinatos de fieles cristianos, Estados Unidos suspenderá toda ayuda y no descarta una intervención militar directa.
“Si el Gobierno nigeriano sigue permitiendo la matanza de cristianos, EE.UU. detendrá inmediatamente toda asistencia y podría entrar con las armas en ristre para acabar con los terroristas islámicos que cometen estas horribles atrocidades”, publicó Trump en sus redes sociales.
El mensaje provocó reacciones inmediatas. El presidente Bola Ahmed Tinubu respondió asegurando que su administración está dispuesta a dialogar sobre cooperación en seguridad, aunque defendió la soberanía de Nigeria. Su portavoz, Daniel Bwala, consideró que las declaraciones de Trump podrían formar parte de una “táctica de negociación”, recordando que ambos países ya colaboran en el combate al terrorismo mediante intercambio de inteligencia y compra de armamento.
La advertencia de Trump revive un tema que, aunque silenciado en muchas capitales, lleva décadas costando miles de vidas.
De acuerdo con Amnistía Internacional, más de 10.000 personas han muerto en atentados yihadistas desde 2023, mientras que grupos cristianos como Open Doors e International Christian Concern denuncian que más de 7.000 cristianos fueron asesinados en lo que va de 2025 por milicias islamistas como Boko Haram y extremistas fulani.
“Se está produciendo una masacre”, afirmó el reverendo Ezekiel Dachomo, uno de los líderes evangélicos más reconocidos del país. “El Gobierno intenta negar o presentar el problema como algo más amplio, pero las víctimas son en su mayoría cristianos que solo buscan vivir en paz”.
Nigeria, con más de 220 millones de habitantes divididos casi a partes iguales entre cristianos y musulmanes, enfrenta desde hace años la amenaza de grupos extremistas que buscan imponer su versión radical del islam.
Aunque muchos ataques ocurren en el norte, de mayoría musulmana, las comunidades cristianas del cinturón central son las más afectadas por asesinatos, secuestros, desplazamientos forzados y destrucción de templos.
La inacción internacional ante la persecución religiosa en Nigeria ha sido criticada durante años por organizaciones de derechos humanos. Estados Unidos designó en 2020 al país como “de especial preocupación” por las violaciones a la libertad religiosa, pero el gobierno de Joe Biden retiró esa clasificación meses después, lo que fue visto como un retroceso por las comunidades cristianas.
Ahora, la postura de Trump vuelve a colocar el tema en la agenda global. Su advertencia ocurre semanas después de que el senador Ted Cruz instara al Congreso estadounidense a reconocer oficialmente a Nigeria como violador de la libertad religiosa, denunciando un “asesinato masivo de cristianos”.
“Si alguien finalmente decide alzar la voz por los cristianos perseguidos, debemos escucharlo”, dijo el comentarista político Cyril Abaku, en declaraciones a medios locales. “El terrorismo en Nigeria es un problema global. Cualquier apoyo para proteger vidas inocentes debe ser bienvenido”.
La advertencia de Trump ha generado debate, pero también esperanza entre las comunidades cristianas nigerianas que sienten haber sido olvidadas. En un país donde las cifras de muertos y desplazados se cuentan por decenas de miles, la presión internacional podría ser el primer paso para un cambio.
Mientras tanto, la realidad en el terreno sigue siendo devastadora: pueblos enteros arrasados, iglesias incendiadas y miles de familias huyendo cada mes.
El eco de las palabras de Trump resuena en un continente cansado de la violencia y en una comunidad internacional que, hasta ahora, ha preferido mirar hacia otro lado