El machismo que impide que Colombia elija a sus mejores líderes

Por Eliana Úsuga

No soy feminista, estoy bien lejos de serlo. Pero hay verdades evidentes, el machismo sigue dominando la política colombiana. Y el caso del Centro Democrático es una muestra de ello. Tienen a tres de las mujeres más preparadas, firmes y con carácter del país, y aun así no logran elegir. Increíble. Cualquier partido quisiera tener ese nivel de liderazgo femenino. Pero aquí, en vez de aprovecharlo, se enredan.

Entonces uno se pregunta: ¿qué clase de país tiene tres mujeres tan verracas, tan capaces, tan listas para gobernar, y aun así prefiere dudar? ¿A qué le temen? ¿Por qué seguimos atrapados en la misma mentalidad que premia al hombre fuerte y sospecha de la mujer fuerte?

Si María Fernanda Cabal fuera hombre, ya estaría elegida, hasta ya habría sido Presidente. A un hombre con su carácter, su claridad y su contundencia lo tendrían en un pedestal. Pero si esas mismas cualidades vienen en cuerpo de mujer, entonces “hay dudas”, “hay resistencias”, “hay que esperar”. La misma historia de siempre.

Y el machismo no distingue ideologías. Ahí está el caso de Francia Márquez. Llegó a la Vicepresidencia con un peso simbólico… y simplemente la desaparecieron. No tuvo espacio para incidir. Quedó reducida a la foto. Exactamente lo que pasa en tantos gabinetes donde a las mujeres las ponen de adorno para cumplir la cuota.

Para gobernar se necesita carácter y sentido común. Punto. Ese carácter, el que no se compra, el que no se improvisa fue lo que le faltó a Iván Duque y lo que le sobró a Álvaro Uribe. La ironía es aún mayor: de las tres, la que más carácter tiene es María Fernanda Cabal, le sigue Paola Holguín y, por último, Paloma Valencia. Y aun así, las tres siguen en la fila de espera.

Colombia no está escasa de líderes mujeres. Está escasa de la valentía para elegirlas. Y mientras eso no cambie, seguiremos desperdiciando a las mejores.