El Comité Autónomo de la Regla Fiscal (CARF) encendió una señal de alarma sobre la salud de las finanzas públicas: el déficit total del país cerraría 2025 en 6,7% del PIB, impulsado por un gasto que supera ampliamente lo previsto y un recaudo que no alcanza las metas.
Aunque el recaudo tributario llegó a $210,2 billones a septiembre, creciendo 9,3% anual, está $6,7 billones por debajo de lo proyectado por la DIAN. El rezago se concentra en el impuesto de renta, que cayó $6,1 billones frente a la meta.
En contraste, el gasto primario se disparó hasta 14,9% del PIB, un incremento de casi un punto frente a 2024. La inversión pública ya superó la meta anual y podría cerrar en $53,1 billones, su nivel más alto en una década.
La situación de la deuda preocupa aún más: el Gobierno ajustó la deuda bruta a 66% del PIB, el nivel más alto de la historia reciente. Además, el financiamiento de corto plazo se duplicó y ya representa 20,6% de la deuda interna.
A pesar de las operaciones de manejo de deuda realizadas este año, el déficit primario cerraría en 3,4% del PIB, un punto por encima de la meta oficial. La caja del Tesoro también se desplomó en octubre hasta $10,3 billones, tras una caída de $7,1 billones en un solo mes.
El CARF advirtió que para cumplir el Marco Fiscal de Mediano Plazo sería necesario ajustar el Plan Anual de Caja en $4,5 billones, aunque el margen de maniobra es limitado. La presión fiscal ya se proyecta hacia 2026.