Un mono araña (Ateles fusciceps), macho juvenil, fue entregado recientemente a la Estación de Paso del Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación (CAVR) de fauna silvestre del Valle de Aburrá, en condiciones que evidencian un caso de tenencia ilegal. El ejemplar presenta alteraciones físicas y de comportamiento atribuibles a su permanencia prolongada en cautiverio.
Según informó el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, el ciudadano que entregó al animal afirmó que este había llegado por su cuenta a una finca de su propiedad. Sin embargo, el mono araña es una especie propia de la región del Pacífico colombiano y no habita en el territorio metropolitano, lo que confirma la intervención humana en su traslado y posible captura ilegal.
El individuo llegó al CAVR con signos visibles de haber sido mantenido como mascota. Presenta un colmillo expuesto, probablemente a causa de una dieta inadecuada basada en alimentos procesados. Además, muestra piel seca y descamada en la zona de la clavícula derecha, y un comportamiento anormal para un animal silvestre: no vocaliza, evidencia ansiedad y está amansado, lo que indica un contacto prolongado con humanos.
“Desde hace tres años no recibíamos un mono araña en nuestro centro. Este individuo no tenía por qué estar en esta región. Es un caso lamentable que refleja las consecuencias del tráfico ilegal de fauna silvestre”, señaló Alejandro Vásquez Campuzano, subdirector ambiental del Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
Durante la última década, han ingresado 20 ejemplares de esta especie al CAVR. El caso más reciente antes de este ocurrió en 2022, y el animal no logró sobrevivir.
El mono araña está catalogado como vulnerable a nivel nacional y como en peligro crítico de extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Se trata de una especie clave en la regeneración de los bosques tropicales, ya que dispersa semillas de gran tamaño a largas distancias.
El Área Metropolitana hizo un llamado a la ciudadanía para no adquirir ni mantener animales silvestres como mascotas. Además de ser un delito ambiental, esta práctica afecta gravemente la salud y el comportamiento natural de las especies, y pone en riesgo su conservación.
“La fauna silvestre no es una mascota ni un objeto decorativo. Su lugar está en la naturaleza, no en los hogares”, concluyó la autoridad ambiental.