¿Sin casa, sin salud, sin educación, sin seguridad y ahora sin pasaporte? El “cambio” nos deja encerrados

Por: Eliana Usuga

Si usted ha intentado sacar pasaporte en las últimas semanas, ya lo sabe: filas eternas, sistema caído, no hay citas, funcionarios que no saben qué decir y ciudadanos que se resignan a madrugar para ver si por obra del Espíritu Santo logran sacar el documento. Pero lo que viene es peor: a partir del 1 de septiembre, Colombia podría quedarse oficialmente sin pasaportes.

¿Y el gobierno? En modo Petro: niega todo, promete mucho, hace poco y habla sin parar.

El contrato con la empresa que fabricaba los pasaportes no seguirá por capricho de Petro, y la solución, si se le puede llamar así, fue entregarle la tarea a la Imprenta Nacional. Como si pedirle a una litografía de barrio que fabrique tarjetas de crédito con chip fuera una buena idea.

Y aquí viene el dato clave: la propia Imprenta Nacional, en una respuesta oficial a un derecho de petición enviado por la senadora María Fernanda Cabal, admitió que no tiene la infraestructura ni la capacidad operativa para asumir la tarea. Así, sin rodeos. No están listos. Pero allá va el gobierno, con su optimismo desconectado de la realidad, repitiendo que “todo va bien”.

Spoiler: no va bien. Va mal. Va pésimo. No hay contrato con Portugal, no hay tecnología para garantizar la seguridad del documento, no hay personal capacitado, y como cereza en el desastre se rumora que el nuevo pasaporte se cotizaría en euros. Es decir: si el euro sube, pagarás más por tu derecho a viajar. Un despropósito completo.

Pero no es solo el pasaporte. Petro se ha vuelto especialista en desmontar todo lo que funciona. Liquidó el subsidio de Mi Casa Ya, dejó al Icetex sin plata, colapsó el sistema de salud. Y ahora intenta improvisar con un documento indispensable, entre otras cosas, para viajar a estudiar, trabajar o huir de su propio gobierno.

Lo que más desconcierta no es la torpeza, sino la arrogancia. En vez de aceptar errores, los encubren con un discurso que ya nadie se traga. Las filas de usuarios son culpa de los usuarios. Los fallos del sistema son “falsas percepciones”. La falta de preparación es parte del “fortalecimiento”. Cada fallo tiene su retórica. Y cada crítica, su desprecio.

El gobierno de Petro no solo no gobierna: parece disfrutar desbaratando lo que medianamente funcionaba. Y lo hace con una verborrea diaria que confunde épica con gestión. Cada semana es una nueva metáfora para justificar lo injustificable.

.Lo del pasaporte es solo otro síntoma de un problema más profundo: un gobierno que no resuelve, que no construye y que no permite que nadie más lo haga.

Prepárese. Porque si no tiene pasaporte antes de septiembre, tal vez le toque quedarse. Pero no por decisión propia. Sino porque el Estado decidió, en nombre del “cambio”, dejarnos encerrados