En un discurso de dos horas y media, durante la instalación del nuevo periodo legislativo en el Congreso, el presidente Gustavo Petro ofreció un discurso lleno de cifras optimistas y afirmaciones que, lejos de reflejar la realidad del país, fueron cuestionadas por diversos sectores por su falta de sustento en los hechos.
Petro intentó pintar un panorama de seguridad positivo, asegurando que “la mayoría del país está en paz”, que “662 municipios no tienen homicidios” y que han disminuido los casos de violencia intrafamiliar, lesiones personales y hurto. Pero las cifras del propio Ministerio de Defensa muestran un incremento en la presencia de grupos armados ilegales, secuestros, extorsiones y masacres en varias regiones del país.
El mandatario aseguró que “recuperó la industria de Antioquia, que había sido dominada por las mafias”, y que el turismo en Colombia ha alcanzado cifras récord con “7 millones de extranjeros no residentes” al año. Sin embargo, ni el sector industrial antioqueño ha reportado tal recuperación, ni existen datos oficiales que respalden la supuesta cifra de turistas extranjeros recurrentes.
Petro también afirmó que el aumento al salario mínimo ha impulsado el crecimiento económico del país en un 2,7 %. Lo que omitió es que ese crecimiento ha sido uno de los más bajos de la región, y que el aumento del salario mínimo ha venido acompañado de una inflación que ha erosionado el poder adquisitivo de los colombianos.
En un acto simbólico, el presidente pidió a los congresistas aplaudir al ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, a quien atribuyó la reducción de la mortalidad infantil gracias a un “modelo preventivo”. Aunque reconoció que 2.504 niños menores de cinco años murieron, afirmó que la cifra “ha bajado por miles”. Sin embargo, organizaciones de salud han advertido que la situación nutricional y de atención a la infancia sigue siendo crítica en muchas regiones del país, especialmente en territorios indígenas y rurales.