EPM, 70 años latiendo con el corazón de Antioquia

La noche del 22 de julio de 2025, el Teatro Metropolitano de Medellín no solo celebró un aniversario: con luces cálidas y aplausos largos, se conmemoraron siete décadas de una historia tejida con agua, energía y comunidad. EPM cumplió 70 años, y en medio de discursos, memoria e innovación, quedó claro que no se trata solo de una empresa de servicios públicos: es una empresa de vidas.

Los invitados, autoridades, trabajadores, empresarios, líderes comunitarios, no asistieron simplemente a una ceremonia. Aquel martes se convirtió en un acto íntimo, casi familiar, donde cada número se volvió testimonio y cada logro, un relato compartido.

Todo comenzó en 1955. Medellín, pujante y deseosa de crecer, decidió fusionar sus empresas de energía y acueducto para crear una entidad pública que garantizara servicios eficientes y universales. Nacía entonces Empresas Públicas de Medellín, hoy símbolo de desarrollo sostenible, innovación tecnológica y compromiso social.

John Maya Salazar, su gerente general, recordó que la historia de EPM no se cuenta con cifras frías: “Cada proyecto, cada conexión, es un testimonio del trabajo conjunto y de la confianza entre la Empresa y las comunidades a las que hemos tenido el honor de servir”.

Y vaya si hay historias. En 1968, cuando la planta de potabilización La Ayurá empezó a operar, más de un millón de personas en Medellín tuvieron por primera vez acceso a agua potable segura. Hoy, esa misma planta abastece al 60 % del sistema interconectado de acueducto.

Pero la historia de EPM también es la historia del agua que fluye por el Valle de Aburrá y se limpia gracias a una red de 4.900 kilómetros de alcantarillado. Es la historia de la central Guadalupe I, operando desde antes incluso de la creación formal de la empresa, y del embalse El Peñol-Guatapé, convertido en uno de los lagos más importantes del país y motor turístico de Antioquia.

Es también la historia del río Medellín, que hace unas décadas era sinónimo de contaminación y hoy renace, gracias a las plantas de tratamiento San Fernando y Aguas Claras, como un eje vital del ecosistema urbano.

EPM ha sido, además, una herramienta poderosa para cerrar brechas. En Urabá y Occidente, regiones históricamente relegadas, sus filiales llevaron agua y saneamiento básico a decenas de municipios, superando incluso los promedios nacionales de cobertura en servicios públicos.

En medio de todos esos logros, uno se lleva el protagonismo: Hidroituango. Más allá de la imponente central hidroeléctrica, es símbolo de resiliencia. Tras la emergencia de 2018, EPM se replegó, reorganizó, resistió y avanzó. Hoy, cuatro de sus ocho unidades ya operan y generan cerca del 8 % de la energía del país; cuando esté en pleno funcionamiento, aportará el 17 % del total nacional.

La inversión social y ambiental del proyecto supera los 2,6 billones de pesos. Pero más que cifras, son 6.000 familias en 16 municipios las que han visto su realidad transformada: nuevas escuelas, viviendas, vías, empleos y proyectos productivos que dejaron de ser sueños.

Y no es solo infraestructura. EPM protege más de 24 mil hectáreas de bosque en la zona de influencia del proyecto, cuidando biodiversidad y restaurando ecosistemas junto con las comunidades.

“EPM es de la gente, vamos a seguir trabajando y seguirla cuidando, como EPM no hay otra empresa en el mundo, sus utilidades van para la gente” dijo Federico Gutiérrez, alcalde de Medellín

La conmemoración de los 70 años tuvo también un momento audiovisual emotivo: el estreno del documental La Historia de Hidroituango, donde se narran, en voz de sus protagonistas, los retos humanos, técnicos y sociales detrás de la megaobra. La producción será exhibida en lugares icónicos de Medellín como el Parque de los Deseos, el MAMM y las UVA, además de estar disponible en plataformas digitales.

También se lanzó la campaña “EPM: 70 años juntos”, una serie de 70 microrrelatos en video, donde trabajadores, habitantes de distintos territorios y líderes sociales cuentan sus vivencias con la Empresa. Porque si algo tiene EPM es esa rara cualidad de estar presente en la vida cotidiana sin que a veces nos demos cuenta: al abrir una llave, al encender una luz, al cruzar un río que vuelve a respirar.

Hoy, EPM no solo opera en Antioquia: su huella llega al Eje Cafetero, Santander, la región Caribe y a países como México, Guatemala, El Salvador, Panamá y Chile. Ha sido pionera en energías limpias con el parque eólico Jepírachi, la planta de biometano y el parque solar Tepuy. Y proyecta un futuro aún más ambicioso, con el desarrollo de hidrógeno verde y la transformación digital de sus operaciones.

Pese a su crecimiento, EPM sigue siendo 100 % pública. Y eso, en un mundo donde lo público a menudo se pone en duda, es también motivo de celebración.

“Hace siete décadas soñamos con un futuro sostenible, y hoy ese sueño es una realidad que seguimos construyendo”, dijo el gerente John Maya. En el Metropolitano, muchos asintieron. Porque EPM no solo está ahí: está en nosotros.