Colombia Aislada

Por Hatem Dasuky

Periodista, analista político, exdiplomático.

La política exterior de un país debería ser el espejo de su grandeza, pero en la Colombia de Gustavo Petro, se ha convertido en el reflejo de un capricho ideológico que está hundiendo nuestra reputación internacional.

Mientras se inauguran embajadas que no representan para el país ninguna importancia estratégica (ni desde lo multilateral, comercial, cultural, de turismo o cooperación) y se privilegia la cercanía con el régimen de Nicolás Maduro, Colombia se aleja de sus verdaderos aliados sin comprender que abrazar dictaduras tiene el alto costo del aislamiento diplomático.

Cazar conflictos internacionales a través de su cuenta de X se ha convertido en la única política internacional de Petro. La última pataleta con el Perú nos hubiera costado una confrontación bélica pero los militares y el gobierno peruano no se tomaron en serio a Petro.  Pero no ha sido la única bronca con el vecino país, las tensiones diplomáticas escalaron tras los comentarios despectivos de Petro sobre el gobierno de Dina Boluarte, situación que llevó incluso a la expulsión del embajador colombiano en Lima en 2023.

Me extendería demasiado si enumerara la cantidad de roces diplomáticos que hemos tenido con varios países por los desafortunados trinos de Gustavo Petro, pero solo mencionaré a los Estados Unidos, principal socio comercial, político y de seguridad de Colombia, que viene expresando crecientes incomodidades con las posturas de este gobierno frente a temas clave como la lucha contra el narcotráfico, la seguridad y el alineamiento con regímenes autoritarios.

Colombia, antes reconocida como socio confiable en lo comercial y político y con liderazgo regional, hoy aparece debilitada, incoherente y aislada. Pasó de ser una nación respetada a ser vista como impredecible. La diplomacia de Petro no construye, sino que destruye y lo que es peor, no defiende los intereses de Colombia, sino los delirios personales de un presidente que prioriza la confrontación ideológica sobre la construcción de consensos diplomáticos.

La reputación internacional no se construye con trinos o discursos incendiarios ni con alianzas con dictaduras, sino con el respeto hacia los demás países, sin renunciar a la defensa de los intereses de Colombia.

Colombia, que alguna vez fue vista como un faro de estabilidad regional, hoy es percibida como un país que juega al populismo diplomático, muy cercana a Maduro pero cada vez más aislada del mundo.