Los alcaldes hacen patria, Petro hace daño

Opinión por: Eliana Úsuga

La reacción fúrica del presidente Gustavo Petro frente al viaje de cinco alcaldes a Washington revela mucho más que un simple choque de egos. Detrás de su molestia hay una verdad incómoda: los mandatarios locales están haciendo lo que él no ha querido, defender los intereses de Colombia frente a una posible descertificación en la política antidrogas por parte de Estados Unidos.

Los alcaldes de Medellín, Bogotá, Cali, Barranquilla y Cartagena han decidido levantar la voz en Estados Unidos, el país que sigue siendo nuestro principal aliado estratégico, comercial y en materia de seguridad. Viajan a decirle al gobierno de Washington que las ciudades colombianas no se resignan a pagar el precio de la improvisación y el desgobierno nacional. Que sí hay líderes responsables dispuestos a proteger la economía, la seguridad y la confianza internacional. Y ese gesto de oposición parece ser lo que más le incomoda a Petro.

En su intento por frenar la iniciativa, el presidente se refugió en un argumento torcido: que los alcaldes no representan a Colombia y que, según él, deberían pedirle permiso para salir del país. Nada más falso. La Constitución es clara: los mandatarios locales tienen autonomía plena y no son empleados de la Casa de Nariño. Federico Gutiérrez, alcalde de Medellín lo expresó: “no vamos a hablar en nombre del Gobierno, porque este no nos representa”. Van como alcaldes, electos por la ciudadanía, a gestionar lo mejor para las ciudades y su gente. Pretender que deban pedir permiso al presidente es un intento de sabotaje que revela más las inseguridades de Petro que cualquier argumento jurídico.

Resulta legítimo preguntarse: ¿por qué tanto enojo? ¿Acaso al presidente le conviene que Colombia sea descertificada? ¿Es eso lo que explica su rechazo a que otros intenten salvar lo que él ha puesto en riesgo? Porque una descertificación no es un detalle menor: significaría la pérdida de millones de dólares en cooperación internacional, sanciones económicas, menos apoyo en seguridad y un golpe directo a nuestra democracia, sería un retroceso que podría devolvernos a épocas que creíamos superadas, donde la violencia, el narcotráfico y la desigualdad marcaron a fuego la vida de la gente.
Mientras tanto, los alcaldes actúan con la responsabilidad que uno espera de verdaderos estadistas. Van a abrir puertas, a cuidar la relación con Estados Unidos y a garantizar que las ciudades no paguen por los errores del Gobierno Nacional. En contraste, Petro sigue entregado al espectáculo y a la retórica, como lo demostró recientemente en Japón con sus cifras desorbitadas de “10 millones de toneladas de lechona vendidas”.

Colombia no se ha hundido gracias a que hay alcaldes que, en medio del desgobierno nacional, actúan con responsabilidad. Son ellos quienes, con gestión seria y sin estridencias, protegen la economía local del desastre. Mientras Petro se dedica al show y la confrontación, son los mandatarios locales quienes hacen patria de verdad, evitando que el país se derrumbe por completo bajo el peso de la improvisación presidencial.
Colombia necesita líderes que comprendan que el bienestar de la gente está por encima de los cálculos políticos y los egos personales. Hoy, cinco alcaldes lo están demostrando con hechos, mientras el presidente prefiere los discursos y las amenazas. Y la verdad es sencilla: ellos solucionan, él improvisa. Los alcaldes hacen patria, Petro hace daño

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