El país tiene una deuda histórica con las mujeres víctimas de violencia sexual en el conflicto armado. Según el Registro Único de Víctimas, hasta noviembre de 2024, 38.964 mujeres han sido reconocidas oficialmente como víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado, lo que representa un alarmante 90,95 % del total de los casos reportados.
Pero detrás de las cifras hay historias desgarradoras que no pueden ser ignoradas. Testimonios como el de María, una mujer que fue víctima de abuso sexual por parte de guerrilleros de las FARC a los siete años, revelan la crudeza de este tipo de violencia.
“A los 7 años de edad, tres guerrilleros abusaron de mí en la masacre de La Chinita. En 1994, la madrugada del 23 de enero, llegaron las Farc asesinando a diestra y siniestra a todo lo que se le atravesaba. Tres hombres abusaron de mí delante de mi madre”, relató María, quien hoy, décadas después, sigue enfrentando las secuelas físicas y emocionales de aquel horror.
Tras la violación, María sufrió una grave infección que le hizo perder un riñón por la falta de atención médica oportuna. Años después, volvió a ser atacada por miembros del mismo grupo armado, quienes la quemaron con gasolina y abusaron nuevamente de ella. Como muchos otros niños en zonas rurales, fue escondida por su padre en hojas de plátano y canales para evitar ser reclutada forzosamente. “Esto sí pasó”, dice María, refiriéndose a las negaciones recientes por parte de algunos exlíderes de la extinta guerrilla.
Este testimonio, como tantos otros, revela una verdad silenciada durante años y que aún encuentra resistencia para ser reconocida plenamente. La lucha por la justicia, la reparación y la memoria sigue abierta, y espacios como los que propone Medellín son esenciales para avanzar hacia la no repetición.
En honor al Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres Víctimas de Violencia Sexual en el Conflicto Armado, Medellín ha preparado una agenda cultural y conmemorativa liderada por el Museo Casa de la Memoria, con el objetivo de visibilizar, reflexionar y dignificar a las miles de mujeres que sufrieron esta forma extrema de violencia en el marco del conflicto armado colombiano.
Las actividades iniciarán el 23 de mayo con un conversatorio en la estación Parque Berrío del Metro de Medellín, a las 2:00 p. m., en el que mujeres sobrevivientes y organizaciones sociales compartirán sus experiencias de vida, resiliencia y resistencia. El 24 de mayo, a la 1:30 p. m., en el Museo Casa de la Memoria, se presentará la obra teatral “Rompiendo el silencio: la lucha de las patiamarillas”, creada por un colectivo de mujeres de la vereda Granizal. La jornada cerrará con una presentación del Coro Reconciliación de la Filarmónica de Medellín. Todas las actividades serán con entrada libre.
“Desde el museo entendemos la gravedad de estos hechos que han sufrido las mujeres. Así que invitamos a toda la comunidad a reflexionar en el marco de esta conmemoración para tratar de que estos hechos que atentan contra la dignidad no vuelvan a suceder”, expresó Luis Eduardo Vieco Maya, director del Museo Casa de la Memoria.
Además del componente simbólico, la Alcaldía de Medellín destaca los mecanismos activos de atención integral que se ofrecen actualmente, como los Hogares de Acogida, el programa de Atención Psicosocial y Jurídica (APJ), la Línea 123 Agencia Mujer y la Defensa Técnica especializada. Estos dispositivos buscan brindar respaldo y protección a las mujeres que han sido víctimas de violencia, en especial a aquellas afectadas por el conflicto armado.
La secretaria de las Mujeres de Medellín, Valeria Molina, reiteró el compromiso institucional: “Medellín sigue siendo receptora de las mujeres víctimas del conflicto armado en todos los tipos de violencia. Y toda la institucionalidad está abierta a seguir acompañando a las mujeres. Desde la Secretaría de las Mujeres ofrecemos nuestros mecanismos a las víctimas del conflicto armado, de violencias sexuales y de todos los tipos de violencias”.
Medellín conmemora este día con una agenda que va más allá de los actos simbólicos. Es una apuesta por sanar desde la memoria, por escuchar a las víctimas y por reconocer las heridas que aún están abiertas en la historia reciente del país. Porque la dignidad no se negocia, y la verdad de las mujeres debe ser escuchada, respetada y defendida.