Antioquia sí le importa al Gobierno Nacional

Julián Ceballos – Columnista

Remedios es un pueblo atrapado. No por la geografía que lo abraza con su selva espesa y su historia minera, sino por la realidad de un país que lo ha dejado solo. Las calles están vacías, los negocios cierran temprano y el miedo se ha vuelto parte de la rutina. Hoy, las familias en Remedios y en muchas otras zonas del nordeste antioqueño sufren el desabastecimiento por un paro minero que, como tantas veces, es apenas una ficha más en el tablero de violencia y abandono en el que se juega la suerte de Antioquia.

El Clan del Golfo, las disidencias de las FARC, el ELN… Todos han encontrado en esta tierra un lugar fértil para su expansión. Reclutamiento forzado, extorsión, atentados contra bienes públicos y privados, asesinatos selectivos. Mientras tanto, el gobierno nacional observa, con la misma pasividad con la que ha permitido que proyectos estratégicos para el desarrollo del departamento se queden en el olvido. La Vía al Mar, que debería ser una arteria de progreso, sigue sin concretarse. Empresas Públicas de Medellín, orgullo de la ingeniería colombiana, fue saqueada en un proceso de destrucción institucional que dejó heridas profundas en Hidroituango y que ahora amenaza con acabar con ISA.

La falta de acción no es casualidad. Es una estrategia. Antioquia le importa al gobierno, sí, pero no para verla progresar, sino para mantenerla controlada, ahogada, sometida. La fuerza pública, desmoralizada y con recursos mínimos, asiste impotente al crecimiento de los grupos ilegales. La inversión en infraestructura y tecnología para la seguridad es cada vez menor. El ministro de Defensa, en lugar de estar en el terreno enfrentando la crisis, desfila por el país en actividades más cercanas a la política que a la estrategia de seguridad.

Mientras tanto, la Antioquia profunda, la de los 125 municipios, sigue resistiendo. Porque si algo nos caracteriza es que no nos amedrentamos. Somos un departamento que ha construido su grandeza sin esperar favores del centro, con la convicción de que el trabajo y el progreso son las verdaderas armas contra la pobreza y la violencia. Y si el gobierno nacional insiste en ignorarnos, que no se equivoque: Antioquia sí le importa a Colombia. Y lo demostrará en las urnas.