La protesta de comunidades indígenas en el centro de Bogotá generó una crisis de movilidad que afectó a miles de ciudadanos. La manifestación, que duró cuatro días, mantuvo bloqueos en vías principales y causó interrupciones en el sistema de transporte masivo TransMilenio.
Desde las primeras horas del jueves, los manifestantes bloquearon la Carrera 10 con Calle 10, lo que obligó a la Secretaría de Movilidad a cerrar temporalmente las estaciones San Victorino, Las Nieves y San Diego. Además, al menos 27 rutas troncales presentaron afectaciones y desplazamientos lentos, generando caos en el servicio.
La situación se agravó con los actos vandálicos denunciados por TransMilenio, que reportó daños graves en dos vehículos articulados del Sistema Integrado de Transporte Público (SITP). En respuesta, la empresa decidió desviar los buses por la Avenida Caracas para evitar mayores riesgos y garantizar la seguridad de los pasajeros.
tras varios intentos fallidos de diálogo, el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) intervino para despejar la Plaza de Bolívar y las vías bloqueadas. Durante la operación, se presentaron enfrentamientos con los manifestantes, lo que dejó varios heridos y daños adicionales en la infraestructura de la ciudad. La intervención permitió restablecer la movilidad en el sistema de transporte, aunque las afectaciones para los ciudadanos fueron significativas.
Los manifestantes, pertenecientes a comunidades como los Misak, Inga, Kamsá, Nasa y Guambiano, dejaron claro que no abandonarían la Plaza de Bolívar hasta ser atendidos directamente por el presidente Gustavo Petro. Exigieron respuestas concretas a sus peticiones, que incluían mayor protección frente a la violencia en sus territorios, donde grupos armados ilegales disputan el control de las rutas del narcotráfico y la extorsión.