Colombia se movilizó por la vida, la democracia y en respaldo a Miguel Uribe

Miles de ciudadanos salieron a las calles en distintas ciudades del país para participar en la Marcha del Silencio, una movilización pacífica convocada por el Centro Democrático y respaldada por organizaciones gremiales, sectores productivos y ciudadanos independientes que alzaron su voz —con el silencio como símbolo— contra la creciente violencia que azota a Colombia.

Desde las 9:00 de la mañana, parques, avenidas y plazas principales en al menos 16 ciudades y municipios se llenaron de camisetas blancas, pancartas sobrias y rostros serenos, pero firmes, de quienes exigen un país donde el miedo no sea la norma. La jornada fue también un acto de solidaridad con el senador Miguel Uribe Turbay, quien fue víctima de un atentado en Bogotá el pasado 7 de junio.

En Bogotá, miles de personas se concentraron en el Parque Nacional en una caminata silenciosa cargada de simbolismo. En Medellín, la marcha recorrió la Avenida La Playa hasta la Alpujarra; en Cali, la movilización se tomó el Parque Panamericano; y en Cartagena, la jornada incluyó una misa y un rosario en la Iglesia El Cabrero. En Villavicencio, en Rionegro, La Ceja Y en Cúcuta miles de familias caminaron y se realizaron plantones y actos simbólicos.

“El silencio de hoy fue un grito colectivo por la vida, por la seguridad y por el derecho a vivir sin miedo”, señalaron los organizadores.

Los violentos no van a escribir el destino de los colombianos. Esta es una marcha por nuestros soldados, por nuestros niños, por las familias desplazadas, por quienes siguen esperando justicia”. Aseguró Beatriz Restrepo ciudadana que participó en la marcha.

En todas las movilizaciones, los ciudadanos rechazaron la violencia, hubo oración y mucha fuerza para el senador Miguel Uribe quien permanece con pronóstico reservado.

La Marcha del Silencio fue, además, una muestra de unidad ciudadana frente a la ola de atentados, asesinatos y amenazas que han marcado las últimas semanas en diferentes regiones del país. La jornada dejó claro que hay una Colombia dispuesta a defender la democracia, incluso desde la más profunda calma