De aliado ecológico a enemigo público: la guerra contra Tesla

Lo que alguna vez fue el epítome del compromiso ambiental, hoy se ha convertido en un blanco de críticas y ataques. Tesla, la empresa líder en vehículos eléctricos (VE) en Estados Unidos, pasó de ser una insignia de virtud ecológica a una diana para quienes han cambiado su discurso sobre la sostenibilidad.

En los últimos años, el apoyo incondicional de la izquierda a los vehículos eléctricos impulsó regulaciones, créditos fiscales y objetivos para acelerar la transición hacia una movilidad más “verde”. Sin embargo, el cambio de postura hacia Tesla parece estar más relacionado con su CEO, Elon Musk, que con la empresa en sí. Su cercanía con el expresidente Donald Trump y su cruzada contra el fraude y el despilfarro han hecho que muchos de sus antiguos aliados políticos lo tachen de enemigo.

Este giro ha provocado que los propietarios de Tesla sean víctimas de acoso en distintas partes de EE.UU., sufriendo desde insultos hasta actos vandálicos contra sus vehículos. La ironía es evidente: quienes antes eran aplaudidos por su contribución al medio ambiente, ahora son señalados solo porque el CEO de la compañía no está en el “bando correcto”.

Más grave aún, la ola de hostilidad ha escalado a ataques violentos, incluyendo la quema de autos Tesla, generando emisiones de CO2—justo lo que se supone que los ambientalistas buscan evitar. Esto ha llevado a muchos a cuestionar si la cruzada climática realmente se basa en salvar el planeta o si, en cambio, es una cuestión de poder y control.

El ex candidato a vicepresidente Tim Walz también se sumó a las críticas contra Tesla. Durante una conferencia, celebró la caída en bolsa de la compañía, indicando con entusiasmo que su valor seguía bajando. No obstante, Tesla no solo es un referente ecológico, sino una de las empresas más valiosas del mundo, con un peso significativo en índices como el S&P 500 y el NASDAQ Composite. Su desempeño impacta a millones de estadounidenses con inversiones en fondos de pensiones y planes de retiro, incluido el fondo de empleados estatales de Minnesota, que posee más de un millón de acciones de la empresa.

La controversia en torno a Tesla expone una realidad incómoda: cuando la agenda política cambia, los aliados de ayer pueden convertirse en los enemigos de hoy. La pregunta que queda en el aire es si la lucha contra el cambio climático alguna vez fue genuina o si siempre fue, como algunos sospechan, una herramienta de control disfrazada de virtud ambiental.