En los últimos años, han surgido múltiples mitos alrededor de las criptomonedas, acusándolas de ser una estafa, una pirámide o un sistema en declive. Sin embargo, estas afirmaciones carecen de fundamento. A diferencia de esquemas fraudulentos como el caso de DMG, las criptomonedas operan en mercados abiertos donde su valor depende de la oferta y la demanda.
Las criptomonedas son un activo real, similar al oro o al dinero fiduciario, cuyo valor radica en la confianza y la utilidad que los usuarios les otorgan. A lo largo de la historia, se han registrado burbujas en otros mercados financieros, como las acciones o el sector inmobiliario, pero eso no significa que estos activos sean fraudulentos. Las fluctuaciones de precio en las criptomonedas responden a dinámicas económicas y no a esquemas ilícitos.
Es importante destacar que, mientras que DMG era un esquema ilegal basado en la captación masiva de dinero sin respaldo, las criptomonedas tienen aplicaciones legítimas a nivel mundial. Los delincuentes pueden utilizarlas, al igual que lo hacen con dólares, euros o cualquier otra moneda, pero eso no implica que sean inherentemente ilegales.
El mundo financiero está en constante evolución, y los activos digitales representan una herramienta de soberanía económica. Para muchos colombianos, las criptomonedas ofrecen una alternativa frente a la regulación de burócratas y sistemas financieros tradicionales que, en ocasiones, limitan el crecimiento y la libertad financiera.
Las criptomonedas no buscan reemplazar el sistema actual, sino complementarlo, facilitando nuevas oportunidades de inversión y generación de riqueza. Su crecimiento y adopción siguen en aumento, consolidándolas como una opción viable dentro del ecosistema financiero global.