Un proyecto liderado por un estudiante de la maestría en Diseño del Instituto Tecnológico Metropolitano (ITM) está revolucionando la manera en que se conciben los residuos orgánicos. Se trata de una iniciativa que convierte cáscaras de huevo en materiales biodegradables capaces de convertirse en mobiliario urbano, esculturas efímeras y hasta fachadas vivas.
Desde módulos apilables hasta instalaciones de gran escala, el proyecto demuestra el potencial de estos residuos como elementos funcionales y estéticos dentro del diseño urbano y arquitectónico. Lo más destacado es su enfoque sostenible: los materiales se degradan en menos de una semana sin dejar residuos contaminantes y pueden incluso convertirse en microecosistemas.
“Estamos frente a un residuo doméstico común que, en lugar de terminar en la basura y contribuir al cambio climático, puede convertirse en una solución ecológica y de diseño”, explicó Andrew Stevens Osma Cardona, estudiante e investigador del proyecto. El uso de cáscaras de huevo, cuya producción en Colombia supera las 16.000 millones al año, ofrece una alternativa innovadora frente al problema de los residuos orgánicos.
Uno de los hallazgos más sorprendentes del estudio es que las cáscaras permiten el crecimiento de musgo sobre su superficie, lo que las convierte en aliadas para la creación de fachadas vivas, capaces de albergar vida vegetal y microbiana, como ocurre naturalmente en los árboles.
Según Diana Urdinola, coordinadora de la maestría en Diseño del ITM, este tipo de iniciativas responden a un enfoque biocéntrico: “Todos nuestros proyectos orbitan alrededor del cuidado de los ecosistemas. Buscamos aportar a futuros más sostenibles y a la vida misma desde el diseño”.
Además de sus aplicaciones ambientales y urbanísticas, el proyecto busca expandirse a través de talleres de cocreación con la comunidad, alianzas con empresas e instituciones académicas, y el desarrollo de estructuras funcionales que beneficien tanto al sector industrial como al social.