Fotografías y testimonios en poder de investigadores judiciales han puesto nuevamente en el centro de la polémica a Miguel Andrés Quintero Calle, hermano del exalcalde de Medellín, Daniel Quintero. En las imágenes aparece exhibiendo artículos de lujo —entre ellos un reloj de alta gama y un automóvil deportivo— cuyo valor contrasta con su trayectoria laboral conocida.
En una de las fotos, Miguel Quintero luce sonriente mientras muestra un reloj Rolex, cuyo precio en el mercado puede superar los 150 millones de pesos. En otra, se le ve junto a un Ferrari rojo, un vehículo que supera fácilmente los 1.500 millones de pesos. De acuerdo con mensajes recuperados de sus conversaciones, el propio Quintero celebraba la adquisición del automóvil, al que se refirió como parte de las “grandes ligas”.
La Fiscalía cuenta con declaraciones de testigos que sostienen que tanto el vehículo como el reloj no fueron simples compras, sino obsequios entregados como pago de favores en la adjudicación de contratos públicos durante el mandato de Daniel Quintero.
Pero los lujos no terminan ahí. Registros oficiales confirman que Miguel Quintero posee además una finca en el norte del Valle de Aburrá, un apartamento en el sector de Castropol, un lote en San Vicente Ferrer y varios vehículos de alta gama, entre ellos una camioneta Mazda doble cabina y un Toyota Prado. La finca, que inicialmente adquirió por 100 millones de pesos en 2018, habría sido transformada en una propiedad que hoy podría superar los 4.000 millones, según expertos en finca raíz.
El interrogante central sigue siendo el mismo: ¿cómo un exconcejal y funcionario de rango medio, con un historial laboral limitado, pudo acumular semejante patrimonio? Documentos públicos muestran que trabajó en Intrasoft —empresa creada por su hermano— y luego en la Gobernación de Antioquia durante la administración de Luis Pérez, pero sus ingresos reportados difícilmente explicarían la adquisición de bienes de tal magnitud.
A esto se suma otro señalamiento recurrente: varios exfuncionarios han afirmado que, aunque Miguel Quintero no ocupaba cargos oficiales en la Alcaldía de Medellín, actuaba como una especie de “poder en la sombra”. Según esas versiones, influía en decisiones de entidades clave como el Inder, Metroparques, la EDU y el Área Metropolitana. Precisamente en estas instituciones se han detectado procesos penales relacionados con direccionamiento de contratos y sobrecostos.
Uno de los episodios más llamativos lo relaciona con el fallido negocio del lote de Carabineros, un predio estratégico entregado por la SAE a la Alcaldía, cuyo valor real habría sido inflado con la intención de obtener millonarias ganancias ilícitas.
Hasta ahora, Miguel Quintero no ha respondido públicamente a los cuestionamientos ni a las denuncias que avanzan en los estrados judiciales. Lo cierto es que, mientras su hermano defendía un discurso de transformación política en Medellín, las imágenes y bienes de Miguel alimentan la percepción de que detrás del poder local se movía una red de privilegios y negocios ocultos.
Fuente: El Colombiano