El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, pronunció un enérgico discurso de 42 minutos ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, en el que defendió la respuesta israelí a los ataques de Hamas, rechazó de plano la posibilidad de un Estado palestino próximo a Israel y pidió a la comunidad internacional endurecer sanciones contra Irán. Su intervención, intercalada entre abucheos, aplausos y salidas de delegaciones, buscó proyectar firmeza y pedir respaldo para las próximas etapas de la ofensiva militar.
Nada más subir al estrado, la presencia de Netanyahu provocó reacciones encontradas: delegaciones que se retiraron entre silbidos y otros asistentes que aplaudieron su discurso. El primer ministro aprovechó ese escenario para lanzar una acusación directa contra los gobiernos que han reconocido a Palestina como Estado: “envían un mensaje: asesinar a los judíos se recompensa”, afirmó, subrayando que otorgar territorio sin garantías de paz solo sirve, según él, para fortalecer a los grupos terroristas.
Netanyahu negó la viabilidad de una solución de dos Estados en el actual contexto de violencia: sostuvo que los palestinos “nunca han creído en esa opción” y aseguró que, cada vez que se les ha cedido territorio —citó el ejemplo de Gaza—, éste se ha convertido en “un campo de batalla” contra Israel. Además advirtió que las autoridades palestinas pagan a terroristas para atacar civiles israelíes y comparó dar territorio a los palestinos con “darle estado a Al Qaeda a Estados Unidos después del 11 de septiembre”.
En materia regional, el primer ministro volvió a apuntar contra Irán como la principal amenaza estratégica: agradeció al expresidente Donald Trump “por actuar de manera tan valiente contra Irán” y reclamó que las sanciones internacionales vuelvan a intensificarse para impedir que Teherán recupere capacidades militares y nucleares. Estas llamadas buscan reconstruir un marco de presión internacional sobre quien, dijo, “apoya y arma” a los actores que desafían a Israel.
Netanyahu defendió además la campaña militar en Gaza como una respuesta necesaria y exitosa: elogió la determinación del pueblo y la valentía de los soldados, aseguró que Israel obtuvo “una de las victorias más importantes de su historia” y advirtió que aún quedan “restos de Hamas” que deben ser eliminados para garantizar seguridad. Sobre los rehenes retenidos por Hamas, el primer ministro habló directamente: se dirigió a ellos como “héroes”, prometió no descansar hasta traerlos de regreso y lanzó un ultimátum al liderazgo de la organización: “Dejen las armas y liberen a los rehenes ahora. Si lo hacen, vivirán. Si no, Israel los encontrará”.
El gobierno israelí coordinó la transmisión del discurso hacia Gaza mediante altavoces con el objetivo de enviar un mensaje directo a la población y a los combatientes. En defensa de las operaciones en el terreno, Netanyahu remarcó que Israel ha adoptado medidas para “minimizar las bajas civiles”, citó avisos de evacuación a través de folletos y llamadas, y acusó a Hamas de usar a civiles como “escudos humanos” y de desviar ayuda humanitaria para financiarse.
El discurso dejó claro el propósito del primer ministro: consolidar apoyo internacional para que Israel concluya su ofensiva, deslegitimar las iniciativas de reconocimiento de Palestina que, dijo, alientan más violencia, y exigir una postura más firme contra Irán. Sus palabras profundizan la polarización en la ONU, donde la tensión entre la búsqueda de seguridad de Israel y las preocupaciones humanitarias en Gaza continúa marcando el debate global.