Inspirado en las cantinas mexicanas y cargado de referencias culturales y emocionales, este centro de experiencias aterriza en la capital antioqueña con una propuesta única en su tipo: transformar el despecho en una celebración compartida, sin vergüenza, sin drama, pero con toda la emoción.
“Esto no es solo un bar, es un ritual de liberación emocional”, afirma Juan Camilo Toro, director de producto y uno de los responsables de traer esta franquicia internacional a Colombia. La Sala del Despecho nació en Guadalajara, México, hace poco más de un año, y ya cuenta con presencia en ciudades como Miami, Madrid, Caracas, Las Vegas y Costa Rica. Medellín es la primera parada en Colombia, pero ya se proyectan siete nuevas sedes en otras ciudades del país antes de que termine 2025. La meta: convertirse en la startup de entretenimiento emocional más grande de América.
El concepto es claro: todos tenemos un “ex” que recordar y un despecho que superar. Aquí se viene a cantar a todo pulmón esas canciones que duelen —y liberan—, a brindar con cocteles temáticos, a reírse del drama propio y ajeno, y a entender que superar una tusa es un proceso tan humano como divertido. Desde que entras, el ambiente te atrapa: frases en las paredes como “vivo mi despecho, el despecho no vive en mí” o “por tu maldito amor estoy aquí” acompañan una decoración con humor, nostalgia y complicidad. Hay cuadros de parejas famosas que también se rompieron (como para recordarnos que hasta los ídolos sufren), productos cotidianos con nombres modificados (como una caja de leche que dice “La quería”) y un altar a San Antonio en el baño de mujeres, por si hace falta ayuda celestial.
La música es otro pilar de esta experiencia: desde clásicos eternos como Ana Gabriel, Vicente Fernández y Rocío Dúrcal, hasta los nuevos himnos del dolor firmados por Shakira, Sin Bandera, Thalía o los artistas del regional mexicano que hoy dominan las emociones en Medellín. Todo está pensado para cantar sin pena, como si nadie escuchara… o como si todos estuvieran en la misma.
Y por supuesto, no falta el brindis. La carta de cocteles es un homenaje al despecho con estilo. Hay tragos como “el Paquita”, servido en un vaso con la cara de la icónica cantante mexicana, o “el Luismi”, inspirado en el Sol de México. Amor y desamor se encuentran hasta en lo que se bebe. La comida también sigue la línea de las cantinas mexicanas, con sabores intensos, reconfortantes y perfectos para acompañar una noche de tusa con risas.
Según un estudio de Fenalco, en promedio una persona invierte $123.000 para superar una desilusión amorosa. En la Sala del Despecho, el consumo promedio por persona ronda los $150.000. ¿Caro? Tal vez. ¿Sanador? Sin duda. Porque como dice su lema: “Sanar también es un acto colectivo”. Este es un lugar para cantar, para soltar, para empezar de nuevo. No importa si vienes solo, con amigas, con el ex (sí, incluso eso), aquí lo importante es entender que todo pasa, que el amor duele, pero también enseña… y que hay lugares donde se puede vivir el despecho con dignidad, con estilo y, sobre todo, con alegría.
La Sala del Despecho Medellín abrió sus puertas de miércoles a domingo, de 5:00 p. m. a 2:00 a. m. en Provenza. Así que si tienes el corazón arrugado, los ojos llorosos o simplemente las ganas de cantar a grito herido, ya sabes dónde te están esperando.
Fuente : El Colombiano