Por: Eliana Úsuga
Yo no sé ustedes, pero para mi, Gustavo Petro es todo lo que está mal hecho persona. Dijo que no sería politiquero, y terminó gobernando con lo peor de la vieja clase política. Dijo que no habría corrupción, y su gobierno está hundido en escándalos. Dijo que la salud iba a mejorar, y lo que tenemos hoy es un sistema agonizando. Dijo que iba a defender a los profesores, y los dejó tirados sin atención médica. Las relaciones internacionales las maneja como si fueran un stand-up comed. Dijo que habría educación gratuita, y terminó subiéndole los intereses al ICETEX. No respeta la fuerza pública por el contrario la debilita y la humilla. ¿Ustedes habían visto alguna vez a un presidente que le ordena a los policías no atacar a los criminales? Pues ahí lo tienen.
Y no es solo que gobierne mal, que ya es bastante grave, es que lo hace con una mezcla peligrosa de soberbia, improvisación y desprecio por las instituciones.
Pero más grave aún es su doble moral. Habla de transparencia, pero se rodea de personajes cuestionados. Habla de ética, y su pupilo político, Daniel Quintero, es símbolo de la peor de la política. Habla de malos padres, y él mismo confesó que no crió a su hijo… hijo que, por cierto, está vinculado a un proceso por corrupción,
Dice que lo quieren censurar y es él quien intenta callar a los periodistas, a los medios y a todo el que no le aplauda.
Cada semana aparece con un nuevo discurso, una nueva excusa, un nuevo enemigo… y, por supuesto, una nueva mentira. Ahora salió a decir que, según una encuesta del CELAG, es “el mejor presidente de la historia”. Escuchen bien: encuestaron a 2.041 personas en un país de más de 53 millones de habitantes. El 32% de ese pequeño grupo es decir, 654 personas, dijeron que lo consideran el mejor mandatario. Y él, en lugar de sonrojarse, sale a sacar pecho. Vergüenza debería darle.
Lo bueno, o lo único bueno, es que faltan 291 días para que se vaya. Y créanme, ese conteo regresivo nos llena de esperanza a millones de colombianos