Mientras millones de colombianos sobreviven con lo justo, hacen fila por una cita médica o esperan un subsidio de vivienda que nunca llega, el gobierno del presidente Gustavo Petro ha destinado más de $60.000 millones de pesos del erario público en tres lujosas “Casas Colombia” en el extranjero. La más reciente, y la más costosa, fue inaugurada en Osaka, Japón, en medio de la Expo 2025.
La denuncia fue hecha por la senadora y aspirante presidencial María Fernanda Cabal, quien no se guardó nada: “¡Es una burla! No hay plata para la salud, no hay plata para educación, pero sí hay millones para un salón de cócteles en Japón”, escribió en su cuenta de X, donde miles de ciudadanos replicaron su indignación.
Según la investigación de la senadora, esta es la tercera de su tipo promovida por el gobierno de Petro. La cifra es escandalosa: $49.459 millones de pesos solo en la Casa Colombia de Osaka. Y eso sin contar los $3.966 millones que se gastaron en Davos (Suiza) y otros $7.184 millones en París (Francia). Todo, según el gobierno, como parte de una “estrategia de promoción internacional”.
“Es indignante ver cómo niegan plata para medicamentos, para subsidios de vivienda, para educación, pero sí millones de dólares para una casa en Osaka-Japón”, escribió Cabal con justa indignación, generando miles de reacciones en redes. Tres “Casas Colombia”, cero resultados
Nadie sabe qué negocios se han cerrado gracias a estas casas. Nadie ha visto un informe. Nadie ha explicado por qué se invirtieron recursos que podrían haberse destinado a comprar medicamentos, reforzar hospitales, o construir escuelas, en salones diplomáticos donde se celebran recepciones exclusivas que poco o nada le aportan al colombiano de a pie.
Mientras tanto, en el Cauca los niños siguen estudiando bajo techos de zinc. En La Guajira, los hospitales colapsan. En Bogotá, jóvenes abandonan sus estudios porque no pueden pagarlos. Pero en Osaka, el gobierno construyó una sede de 875 metros cuadrados, con salones de exhibición y zonas VIP para “representar la cultura colombiana”.
¿De verdad era este el plan de transformación social del que tanto hablaba Petro? ¿Es esto la “Colombia Potencia Mundial de la Vida” que prometió?
Este despilfarro se da mientras el gobierno justifica recortes en programas sociales clave como el ICBF y el SENA, y mientras anuncia reformas pensionales para “ahorrar”. Es un doble discurso descarado: se exige sacrificio al pueblo mientras desde el poder se gasta sin pudor.
“¿Cuántas casas de verdad se podrían haber construido con $60.000 millones?”, se preguntan miles de colombianos en redes. Y es que la cifra no solo indigna, duele. Porque detrás de cada peso malgastado hay una necesidad desatendida, una familia olvidada, un futuro truncado.
Cabal anunció que presentará derechos de petición y posibles denuncias ante los entes de control. Lo que se exige hoy no es solo rendición de cuentas, es respeto. Respeto por un país que no aguanta más despilfarro.