La tensión entre Colombia y Estados Unidos volvió a escalar tras el anuncio de nuevas sanciones comerciales impulsadas por el presidente Donald J. Trump. De concretarse, las medidas afectarían el intercambio bilateral, que supera los 14.000 millones de dólares anuales, e impactarían directamente el empleo formal y los principales sectores productivos del país.
El senador republicano Lindsey Graham, uno de los aliados más cercanos del mandatario, confirmó en su cuenta de X que el presidente “va a golpear a Colombia donde más le duele: en el bolsillo”. Según Graham, Trump busca “perseguir a los países que apoyan el narcotráfico contra nuestra gran nación”, y adelantó que el anuncio formal de los nuevos aranceles podría hacerse “hoy o mañana”.
La declaración encendió las alarmas entre los gremios económicos colombianos. El presidente de la Asociación Nacional de Empresarios (Andi), Bruce Mac Master, advirtió que cualquier restricción comercial “solo afectaría la economía real, el empleo y la clase trabajadora”. Además, calificó la decisión como “una medida poco estratégica” y recordó los esfuerzos sostenidos de Colombia en la lucha contra el narcotráfico.
“Golpear económicamente al país no parece una decisión correcta. Ambos gobiernos deben restablecer el diálogo diplomático y proteger una relación construida sobre más de dos siglos de cooperación y confianza mutua”, señaló Mac Master.
El comercio entre ambos países abarca sectores clave como flores, café, confecciones y petróleo. Expertos advierten que un aumento arancelario podría poner en riesgo miles de empleos, reducir la competitividad de las exportaciones colombianas y desestabilizar el equilibrio económico regional.
En medio de esta coyuntura, el presidente Gustavo Petro llamó a consultas al embajador de Colombia en Washington, Daniel García Peña, con el fin de definir la estrategia diplomática ante la crisis.