Desde este martes, Colombia dio un paso más hacia la reducción de la jornada laboral con la entrada en vigor del nuevo límite semanal de 44 horas, una medida contemplada en la Ley 2101 de 2021, impulsada por el expresidente Álvaro Uribe cuando era senador y sancionada por Iván Duque. Esta norma, que contempla una reducción progresiva hasta llegar a las 42 horas en 2026 sin afectar salarios ni prestaciones, fue concebida como un avance en materia de bienestar laboral. Sin embargo, la implementación simultánea de esta medida junto con los cambios estructurales que trae la reforma laboral del gobierno Petro ha generado un efecto acumulativo que pone en riesgo la sostenibilidad de miles de empresas, especialmente de las micro, pequeñas y medianas.
Así lo advirtió el presidente de Fenalco, Jaime Alberto Cabal, quien aseguró que esta coincidencia normativa impone una presión inédita sobre el aparato productivo nacional. “La reducción de jornada, sumada al aumento del recargo dominical del 75% al 100%, no llega en el mejor momento. Las empresas enfrentan mayores costos laborales sin que haya un crecimiento proporcional en las ventas o en la productividad. Esto puede llevar a recortes de personal, automatización forzada y pérdida de empleos formales”, afirmó.
La más reciente encuesta elaborada por Fenalco, confirma esa preocupación generalizada. El 79% de los empresarios encuestados considera que la reforma laboral empeorará el entorno para el desarrollo empresarial, y un 67% califica el impacto interno como alto o muy alto. Apenas un 9% ve posibles beneficios.
Las cifras son elocuentes: el 52% de los empresarios afirma que no aumentará su planta de personal durante el segundo semestre de 2025, mientras que un 35% ya planea reducirla. Solo el 13% contempla contratar más trabajadores. Esto en medio de un mercado laboral que, según el DANE, viene mostrando señales claras de enfriamiento desde comienzos de 2024, con caídas sostenidas en el empleo formal del comercio minorista y un crecimiento del trabajo por cuenta propia.
Fenalco estima que los costos laborales de las empresas podrían aumentar entre un 18% y un 34% como resultado de la suma de estas reformas. Solo la reducción de la jornada de 46 a 44 horas implica un alza directa en las nóminas de entre el 4,75% y el 6%, sin un incremento equivalente en producción. Este aumento afecta con especial dureza a las mipymes, que representan más del 90% del tejido empresarial colombiano y que operan con márgenes mucho más estrechos.
Otro punto crítico es el incremento de los pagos por trabajo dominical y nocturno. El 52% de los empresarios encuestados anticipa un fuerte aumento en los recargos por estas jornadas, mientras que el 46% considera que el impacto financiero del recargo dominical será grave. Solo un 8% cree que esta medida beneficiará realmente a los trabajadores. Los sectores más afectados son comercio, gastronomía, turismo y entretenimiento, cuya operación se concentra precisamente en fines de semana.
A esto se suman otros aspectos sensibles de la reforma laboral, como la modificación de la figura del contrato de aprendizaje. El 39% de los empresarios asegura que esta medida elevará significativamente los costos, y un 31% anticipa que se desincentivará la vinculación de aprendices, afectando directamente la formación y vinculación de jóvenes al mundo laboral. El 67% también rechazó la nueva cuota de monetización del SENA.
La obligatoriedad de priorizar los contratos a término indefinido también ha generado preocupación. El 72% de los empresarios tiene una visión negativa de esta medida. El 44% asegura que limitará la operación de sus negocios y el 28% expresa reparos, aunque estaría dispuesto a adaptarse. Solo una minoría cree que esta disposición tendrá un efecto positivo en la estabilidad del empleo.
Frente a este escenario, las empresas ya están tomando medidas. Entre las estrategias de ajuste mencionadas por los empresarios están la automatización de procesos, la modificación de turnos laborales para evitar recargos, la desvinculación de personal sin contrato indefinido, la reducción de aprendices y el cierre de operaciones durante domingos o noches. Otros están fortaleciendo sus canales de venta virtual para reducir costos operativos.
“La reforma laboral llega en el peor momento posible, con una economía estancada, baja inversión y deterioro del empleo formal. Sin incentivos paralelos para impulsar la formalización, la productividad y el consumo interno, esta reforma puede terminar golpeando a quienes justamente busca proteger: los trabajadores”, concluyó Cabal.
Mientras el país avanza hacia una jornada laboral más corta —con miras a las 42 horas en 2026—, el ambiente empresarial es de incertidumbre, alerta y ajuste. La gran paradoja, según el gremio, es que una medida pensada para mejorar las condiciones laborales podría terminar generando más informalidad, menos empleos y una menor capacidad de crecimiento económico.