En una demostración contundente de fuerza y liderazgo, el Presidente de los Estados Unidos de America Donald Trump ordenó con éxito una serie de ataques militares contra tres instalaciones nucleares clave del régimen iraní —Fordow, Natanz e Isfahán—, las cuales fueron completamente destruidas en una operación quirúrgica ejecutada por las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. La ofensiva fue descrita por el propio Trump como “un éxito militar espectacular” y como un mensaje claro a los enemigos de Occidente: “Estados Unidos no tolerará más amenazas”.

“Esta noche, puedo informar al mundo que los ataques fueron un éxito militar espectacular. Las instalaciones de enriquecimiento nuclear de Irán han sido completamente destruidas”, declaró Trump en un discurso dirigido a la nación, pocas horas después de que bombarderos furtivos B-2 y misiles Tomahawk neutralizaran uno de los mayores peligros para la seguridad global.
El golpe fue resultado de meses de advertencias a Teherán, que se negó reiteradamente a regresar a la mesa de negociaciones. Trump había ofrecido la posibilidad de diálogo, pero Irán decidió retirarse de las conversaciones previstas para el 15 de junio en Omán. Israel, aliado clave de Estados Unidos, también venía alertando sobre el avance vertiginoso del programa nuclear iraní.
Desde Nueva York, el embajador de Israel ante la ONU, Danny Danon, expuso la hipocresía del régimen iraní ante el Consejo de Seguridad y calificó al representante de Irán como “un lobo disfrazado de diplomático”. Horas más tarde, la operación liderada por Washington dejó sin capacidad nuclear operativa al principal patrocinador del terrorismo mundial.
El embajador iraní, Amir Saeid Iravani, reaccionó con indignación y solicitó una “reunión de emergencia”, pero la contundencia de los hechos habla por sí sola: Irán, que durante décadas ha promovido la consigna de “Muerte a Estados Unidos”, ha recibido una respuesta firme y sin precedentes.
Trump fue claro: “Durante 40 años, Irán ha estado matando a nuestro pueblo y propagando odio por todo el mundo. Esta vez, la respuesta fue total. Si no hay paz, los próximos ataques serán aún más letales y rápidos”.
El exmandatario también agradeció al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, por su cooperación estrecha, y felicitó al ejército estadounidense por una operación sin precedentes: “Ningún ejército en el mundo podría haber hecho lo que hicimos esta noche. Ni de cerca”.
Detrás del operativo hubo una estrategia brillante de distracción: informes sobre bombarderos B-2 dirigiéndose a Guam hicieron creer a los medios que el ataque se pospondría. Sin embargo, mientras el mundo especulaba, la operación ya estaba en marcha.
Las bombas antibúnker de 15 toneladas y los misiles lanzados desde submarinos lograron su objetivo con precisión quirúrgica. El mensaje es claro: bajo el liderazgo de Trump, Estados Unidos actúa con determinación, defiende a sus aliados y protege su seguridad nacional sin titubeos.
Al finalizar su mensaje, Trump dejó un mensaje patriótico: “Que Dios bendiga a Oriente Medio. Que Dios bendiga a Israel. Y que Dios bendiga a Estados Unidos”.
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) June 22, 2025
Con esta acción, Trump no solo desactivó una amenaza nuclear inminente, sino que reafirmó el papel de Estados Unidos como garante de la paz a través de la fuerza. Ahora, la pelota está en el campo de Irán: negociar o enfrentar consecuencias aún mayores.