Un respiro merecido para 5.000 mujeres cuidadoras en Medellín

Por un día, las manos que suelen preparar desayunos ajenos, cambiar pañales, peinar cabecitas, acompañar tratamientos o cargar a un adulto mayor, se detuvieron. Por un día, las mujeres que sostienen la vida de otros pudieron respirar profundo, cerrar los ojos y pensar en sí mismas.

Ese día, Medellín las abrazó. Fueron más de 5.000 cuidadoras, entre madres comunitarias, FAMI, sustitutas del ICBF y mujeres que, sin recibir salario, dedican su tiempo y su cuerpo al cuidado de quienes más lo necesitan. Se reunieron en el Parque Comfama Las Ballenitas, donde la ciudad les dijo algo que pocas veces escuchan: gracias, este día es para ustedes.

El ambiente era distinto. En lugar de carreras, había música suave. En lugar de tareas, talleres. Educación financiera, alimentación saludable, yoga, sueño reparador. Algunos rostros mostraban incredulidad al principio, como si no supieran bien qué hacer con ese regalo llamado tiempo libre. Pero poco a poco, entre risas, abrazos y estiramientos bajo el sol, comenzaron a soltarse. “Hace años no tenía un día para mí”, decía Marta, una cuidadora de 56 años que ha dedicado tres décadas a atender a niños de su barrio en Belén. “Siempre estoy pendiente de los demás. Hoy me senté a que me enseñaran cómo cuidar mi propia salud. Y me hizo bien”.

La jornada también fue un acto simbólico de reparación, un recordatorio de que el cuidado no es un deber invisible, sino una labor que sostiene la sociedad. Lo reconoció Valeria Molina Gómez, secretaria de las Mujeres de Medellín, quien aseguró que este tipo de espacios buscan dignificar el rol de las cuidadoras: “Estamos reconociendo, por primera vez en la historia, no solo a las madres comunitarias, sino también a las mujeres que cuidan personas con discapacidad, niños, niñas y adultos mayores. Este es su día para descansar, reconectarse y sentirse valoradas”.

Mientras algunas participaban en una clase de yoga, otras compartían en los talleres o simplemente caminaban descalzas por el pasto. Había risas, conversaciones pausadas, fotos grupales, una sensación de alivio. Por unas horas, el cuidado cambió de manos, y las cuidadoras se convirtieron en protagonistas.

El evento, organizado por la Alcaldía de Medellín junto al ICBF, Buen Comienzo, el Inder y otras dependencias distritales, fue más que una celebración: fue una pausa merecida en la rutina extenuante de miles de mujeres que, sin horarios ni contratos, garantizan el bienestar de los demás.

Cuando el día terminó, muchas se despidieron prometiéndose algo: seguir cuidando, sí, pero también aprender a cuidarse ellas mismas. Porque si algo quedó claro es que Medellín no puede avanzar sin reconocer a quienes la sostienen desde el amor y la entrega cotidiana.